Raymond Douglas Bradbury nació en Waukegan (Illinois, Estados Unidos) el 22 de agosto de 1920 y murió a los 91 años el 5 de junio de 2012. Sus obras más conocidas son “Crónicas Marcianas”, “Fahrenheit 451” y “El hombre Ilustrado” pero decenas de libros recopilan sus cuentos que van desde la ciencia ficción al policial y el costumbrista. Ganó diversos premios literarios y se definía a sí mismo como «un narrador de cuentos con propósitos morales».
"Siempre llevo conmigo"
Siempre llevo conmigo lo invisible,
las cosas que sé pero no conozco
y pretendo averiguar a tientas
en ese país de ciegos
que es la mente y cada pensamiento
y todo cambio climatológico interior.
Palpo el cambio de luz
los distintos tonos de los atardeceres camino de la noche;
de todos esos sueños en penumbra antes del alba
escribo poemas, les ofrezco un hogar,
del jardín jeroglífico donde los perros garabatean
escribiendo futuros sobre un trébol lleno de escarcha,
que se marchita o muere.
¡Allá va! Oyes los gritos. ¡Allá va!
Un balón solitario escala el cielo,
un ruidoso muchacho que no vemos lo ha lanzado
a una niña en el césped de la cara más lejana del mediodía.
Los retengo
para releerlos algún día en invierno cuando oscurezca
a las tres, y mi razón para existir
sea un balón trotamundos del cielo
lanzado al infinito
de una mano invisible a otra mano invisible.
Allí se quedará, porque
yo puedo hacer que el arco se congele.
Grito ¡Detente!
y el balón, en los versos,
se queda suspendido entre los árboles
para nunca bajar.
Así que ya ves, es cierto,
siempre llevo conmigo lo invisible
igual que tú lo llevas hecho visible en ti.
¿Qué pasará?
Poema dedicado a H. G. Wells
¿Qué pasará? Preguntó Cabell
en LA VIDA FUTURA,
y H. G. Wells respondió con prontitud
a este interrogante.
¿Nos acomodamos en el polvo o saltamos en busca de Marte?
¿Nos recostamos para oxidarnos o, inquietos,
levantamos las manos y sí, ¡ahora!
tocamos las estrellas?
¿Qué haremos los hijos de Dios: ganar o perder?
Levantaremos escaleras de incendios hasta el cielom
escalaremos pendientes estelares
o excavaremos un agujero en la tierra y
enterraremos nuestras esperanzas.
Cabell nos dice: elige.
¿Polvo, gusanos, noche eterna para tí y para mí?
O dulces mundos eternos más allá de ese océano
de astros.
Hablad, caminantes de la muda Tierra.
¿Qué pasará?
¿Qué pasará?
¡Qué pasará!
"Poema escrito al saber que Shakespeare y Cervantes murieron el mismo día"
El gran Shakespeare desaparecido, Cervantes fallecido y el sol que desciende al mediodía. El amanecer rechaza la luz. El tiempo contiene el aliento
ante esta mortal coincidencia
¿y puede ser?, ¡cómo puede ser
que estos dioses mellizos se marchen a la oscuridad
los dos el mismo día!, y que nadie detenga
la siega de esta cruel cosecha
cada una en su campo, y cada una tan brillante,
ambas, ardiendo, alejaron la noche.
Ahora que la noche regresa para apropiarse de sus derechos, ¿A Liberar un Espíritu? ¡No! La Muerte se lleva dos. Primero uno. El mundo anda desnivelado
¡pues dos! Y el mundo entonces se vuelve a equilibrar. Dos choques de Cometas en una semana,
primero España, luego el boquiabierto rostro de Inglaterra. El mundo enmudece de pánico y miedo,
la Antártida se derrite en lágrimas,
y los fantasmas de los Césares violentados, aparecen
las amazonas con los ojos totalmente ensangrentados,
una edad ha concluido, aunque debe quedar
como testigo de un día brutal
en el que el absurdo Dios nos dejó solos
al dar muerte a William, y después a su clon español. ¿Quién osará evaluar semejantes plumas?
No volveremos a ver tales mellizos de nuevo.
Shakespeare ha desaparecido, ¿y Cervantes muerto?
Las arterias de Dios se han desangrado.
y sin Luz, y enterrado el barro,
pues dos Titanes se han ido en un solo día,
los dos derribados por un certero golpe de la muerte, Cristo contempla con asombro sus heridas. Dios contiene la respiración. Y nosotros nos quedamos consternados por caídas mellizas,
la inmensidad del día horroriza
como si un tribunal de Reyes,
desde los Césares hasta nuestros Asuntos Reales,
un desfile de lujosa realeza
que se ahogara en la obscenidad del Tiempo,
pues alguien esto ordenó: «Que mueran dos gigantes». Primero un ojo y después el otro,
Dios cerró el grande, ¿entonces el más grande sueño no es bastante? No, parecería
un vacío medio lleno si Shakespeare, perdido descendiera a la muerte justo al pistoletazo del ocaso. Así pues, lamentando, después riendo,
Dios cogió y llenó la otra mitad.
Cervantes avanzó por el umbral
para llenar y colmar el corazón del Cometa.
Dios los envió a los dos, estrellas gemelas cuyo fuego alumbró ballenas y hermosas bestias de alquiler
y muchos años ya suspirando por los paseos
donde Cervantes más Shakespeare esconden
su caída. Ecos golpeteados por el Escenario
y aún así imaginamos nuestra atrocidad
porque donde se encuentra el sentido de esto echamos de menos nuestra mano izquierda y derecha que aplaudían juntas
a Dios y a la Primera Causa Cósmica.
Pero Cervantes y el Bardo helados están
¿dos Sueños salvajes en un mudo molde de tierra? Que todos los ecos fluyan con las mareas
donde los cometas sean sus deslumbrantes novias
y Cervantes y el impúdico Will
disputen nuestras ascendentes esperanzas
y nos despierten del espantoso sueño
para gritar: «¿El Quijote, Hamlet, muertos? ¿En un aciago día? ¡Déjalo!, venga. ¡Vamos!». No veré tales funerales.
Sus tumbas, sus lápidas, las rechazo.
Prestadme sus libros, mostradme sus Musas.
Al final del día o, a más tardar, de la semana,
ruego a Cervantes/Shakespeare que hable
para colmar mi corazón, para llenar mi cabeza
¿de qué? Del Gran Don. Del Buen Lear. No han muerto.
¡No han muerto!
“En mis obras no he tratado de hacer predicciones acerca del futuro, sino avisos. Es curioso, en mi país cada vez que surgía un problema de censura salía a relucir como paradigma de la libertad Fahrenheit 451. Los intelectuales, ya sean de derechas o de izquierdas, siempre tienen miedo a lo fantástico porque les parece tan real ese mundo que creen que estás intentando engañar y, evidentemente, así es. (…) Vivimos en un mundo que nos absorbe con sus normas, con sus reglas y la burocracia, que no sirve para nada. Hay que tener mucho cuidado con los intelectuales y los psicólogos, que te intentan decir lo que tienes que leer y lo que no”